En general, la situación de las empresas del sector gráfico en estos momentos no es la mejor. El encadenamiento de crisis económicas, pandemias, escasez de materias primas, incremento en los precios tanto de las materias como en el transporte, picos de producción seguidos de falta de trabajo, no nos revela un panorama muy alentador. Es lógico que, ante tantos obstáculos, las empresas del sector gráfico busquen soluciones para seguir estando presentes y no verse obligadas a cerrar.
Las primeras medidas que se adoptan es la optimización de lo que ya se tiene, se analiza cómo está organizada la producción y sus procesos y el equipamiento del que se dispone, soliendo dejar en último lugar al personal que conforma la empresa. La razón es sencilla, en la búsqueda de soluciones es más fácil averiguar qué no funciona cuando son elementos técnicos, aunque la solución más rápida en muchas ocasiones acaba siendo la de reducir personal y/o invertir en maquinaria nueva.
En este proceso, la formación se ve como un intangible y, por lo tanto, prescindible. Sin embargo, esta idea está equivocada, hasta el punto de que en muchas ocasiones es la acción más necesaria y urgente.
En mi opinión, una de las más importantes mejoras que se deben hacer y que redundará en la productividad de forma inmediata es la formación del personal que conforma la empresa. Cuando hablamos de inversiones, generalmente se nos viene a la cabeza la compra de «medios», es decir, la compra de una máquina, y a veces de programas y, aunque ésta puede ser la solución en algún caso, las máquinas de impresión analógicas o digitales y los programas no funcionan solos, por ello es necesario disponer de personas que entiendan cómo pueden aprovechar al máximo las posibilidades de los equipos para que la empresa pueda ofrecer productos de calidad a sus clientes de una forma rápida, productiva y con el menor coste.
Una crisis nunca es buena, pero de ellas surgen oportunidades y soluciones.
En estos momentos tanto las empresas como los trabajadores deben ser conscientes de la importancia de la formación y de la necesidad de un reciclaje continuo de conocimientos y habilidades profesionales.
Nos encontramos en un sector en permanente evolución tecnológica. Las empresas demandan una mayor flexibilidad a los empleados, pero esta flexibilidad no es posible si el personal no cuenta con los conocimientos necesarios.
En esta lógica, un primer paso sería saber cuáles son los conocimientos profesionales que tiene cada profesional. No se trata de saber qué estudios académicos tienen, sino qué conocimientos profesionales ha adquirido, aunque éstos los haya obtenido con la experiencia del trabajo diario. Este paso previo, permite que la formación de los trabajadores sea más provechosa para ellos y más rentable para la empresa.
Las empresas con visión de futuro ven la formación como una inversión.
Pero, y el trabajador ¿cómo tendría que ver la formación?
Para el trabajador, la formación debe suponer una oportunidad de crecimiento profesional, de motivación y de pertenencia a la empresa, además de oportunidades de empleo en caso de paro.
En definitiva, la formación es el paso previo y necesario para mejorar la productividad. La inversión de la empresa en formación para sus trabajadores no sólo dota de capacitación, sino que redunda en la productividad, en la obtención de mayores beneficios y en la proyección de su imagen.
En MGVColor estamos convencidos de que la mejor herramienta que le podemos ofrecer a nuestros clientes actuales y futuros es la formación, pues les servirá para mejorar los resultados, gestionar adecuadamente sus procesos y aumentar su productividad.
Las formaciones de MGVColor están centradas, principalmente, en el ámbito del color en el que tenemos una amplia experiencia y especialización. Una formación ajustada a las necesidades de cada empresa permite poner en práctica los conocimientos adquiridos y obtener resultados de forma inmediata.
Luis Francisco Rivera.
Especialista en Gestión de Color y responsable de la delegación de Madrid en MGVColor.